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¿Cuánto vale la experiencia?


“Yo he visto cosas que vosotros no creeríais” (traducido al andaluz: “tengo pa escribir un libro”)

https://youtu.be/rsktUJVuRVw?si=R4tXc_-BkpjQEovJ

Hace sólo unas semanas, lanzábamos un vídeo sobre el valor de las Urgencias de Atención Primaria. Hoy, aunque este artículo es mucho más amplio, le podemos dar continuidad al artículo anterior.

A lo largo de su carrera profesional, un médico ve “muchas” cosas. El valor de la experiencia es incalculable ¿o no?. La profesión médica vive una serie de ataques sin precedentes. Dichos ataques vienen desde múltiples frentes, desde la propia administración, que no sólo no combate, sino que fomenta el intrusismo, e incluso desde otras organizaciones sindicales, algunas también profesionales como la nuestra, que caen en la paradoja de denunciar cuando invaden sus competencias y al mismo tiempo pretenden invadir las nuestras.

Que dos carreras acaben por la letra “A” (mayúscula) no quiere decir que sus competencias sean las mismas, y a día de hoy, a medicina hay que reconocerle un plus.

Un estudiante de medicina (6 años que no son pocos) transita con los años de experiencia profesional (los primeros 4, mínimo, de formación sanitaria especializada - MIR) desde un modelo teórico muy detallado, hacia al médico experimentado que desarrolla ese “sexto sentido” que comúnmente llamamos “ojo clínico”. El conocimiento adquirido desde un libro o una pantalla es relativamente plano: el paciente tiene 3 dimensiones, incluso 4 si tenemos en cuenta la tan maltratada y denostada atención longitudinal que puede ofrecer un Médico de Familia en Atención Primaria.

Estos ataques, precisamente, se ceban especialmente con la Atención Primaria y la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria. Dicen que “faltan médicos”, la realidad es que “no sobra ninguno”. Atendiendo al número de egresados de las facultades de medicina, España nunca ha tenido más médicos, si bien, las necesidades y demanda de la población ha crecido de forma exponencial mientras que el número de médicos lo ha hecho de forma lineal/aritmética. Este aumento en la demanda se debe a muchos factores que darían para un artículo aparte (cambios psicosociales, aumento del volumen de conocimiento y ciencia médica, desarrollo tecnológico, aumento de la esperanza de vida y patologías crónicas)... Sin una gestión de esta demanda, caemos en la ley de cuidados inversos, que destroza los principios de justicia y equidad, amenazando la viabilidad de la Sanidad Pública, y por tanto, amenazando aún más dichos principios en un ciclo de retroalimentación positiva.

Uno de estos ataques viene precisamente del intrusismo. La solución a la grave crisis que atraviesa la Atención Primaria, pasa por descargar al Médico de Familia de tareas que no le son propias (desburocratización) no por invadir las que sí lo son. La última de estas invasiones viene por la dispensación de antibióticos para las infecciones de orina, rechazada por buena parte de las categorías implicadas (tanto medicina como enfermería). La prescripción farmacológica corresponde y es competencia de los facultativos y la guía que pervierte este hecho es un “iluminado berreo ministerial” (así, por ejemplo, se excluyen de su ámbito las infecciones de tracto urinario que presenten situaciones complicadas cuando la concurrencia o no de dichas situaciones sólo puede ser correctamente valoradas por un médico).

¿Por qué no hay Médicos de Familia? Ni siquiera podemos hablar de “cuello de botella” en el MIR, más bien de un desfiladero que cada vez es menos atractivo transitar. Si esta situación no revierte, la Especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria, está en serio peligro de acabar más hundida que el Titanic. Una Especialidad que en el ámbito de la Atención Primaria y tras muchas Lunas llenas de experiencia, podría llegar a la conclusión de que el paciente con depresión refractaria que ha desarrollado un cuadro de temblores en ambas manos y que engorda de una forma “peculiar” puede tener un Síndrome de Cushing (mezcla de sexto sentido/ojo clínico, formación y atención longitudinal).

En el contexto actual, la Atención Primaria ha perdido “brillo y resplandor”. Profesionales que tras años de experiencia no tienen problema en atender a un paciente crítico en una vía pública, y aunque esté diluviando lo hacen “cantando bajo la lluvia”, acostumbrados a trabajar “con la muerte en los talones” y a pesar de ello la administración andaluza titubea a la hora de certificar esta experiencia atendiendo urgencias y emergencias. Esta misma administración no avanza en la “desburocratización” y permite que la consulta de un Centro de Salud se parezca a aquella “parte contratante de la primera parte”, incluso permite agendas paralelas que incumplen el pacto vigente, y no conformes con llamar a esas agendas “no demorable” las cargan de burocracia como documentos relativos a situaciones de Incapacidad Temporal.

 Es un contexto en el que la Atención Primaria ha retrocedido al pasado, y de forma urgente necesita “regresar al futuro”.


¿Cuánto vale la experiencia?

¿Cuánto vale la experiencia de un médico?

¿Cuánto vale la experiencia que se titubea en acreditar? ¿Y la que se pisotea?

¿Cuánto vale la experiencia de un médico agredido? ¿Y la del que se quema? ¿la del que abandona porque ya no puede mes?

¿Y la del que renueva con contratos precarios mes a mes?


La administración parece dispuesta a que todas estas cuestiones queden sin responder y toda esa experiencia, maltratada, se diluya y “se pierda en el tiempo como lágrimas en la lluvia”



Pedro Jiménez Cabrero

Delegado SMA Córdoba, Médico Especialista en 

Medicina Familiar y Comunitaria

y un poco cinéfilo


 30/08/2024


Con dedicatoria especial a Pablo Geara, amigo de la infancia, buen Médico de Familia, apasionado del Delorean, y mejor persona.


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